Lo que os voy a contar ocurrió el sábado 17 de Junio del 2017, una vivencia que me ha costado mucho escribir y terminar, no es fácil hablar de una experiencia con tanto carga sentimental pero en la que siempre he creído importante compartir contigo, amigo montañero.
Como bien dijo Ed Visteurs ´La cima es la mitad del camino´frase que siempre esta presente en mis ascensiones donde la alegría de la cumbre es efímera esperando a estar en el portal de casa donde se que ya pocas circunstancias pueden arrebatarme del mundo, para celebrar esa conquista.
En la cima de Peña Telera 2762m todo eran abrazos, sonrisas amplias y hasta lagrimas a punto de derramarse por las mejillas de alguno, todo el grupo celebramos la ascensión comiendo y disfrutando del cielo azul que nos permitió tener el mejor balcón hacia nuestras amadas montañas.
Después de ese momento de relax venia la parte más esperada del día, la bajada iba a ser por el Corredor Y que le iba a dar a esta salida el toque técnico y alpino. Tenia muchas ganas de colocar en mis caderas el arnes con sus cacharritos y que mis manos agarraran una cuerda.
Emprendemos la bajada sin saber la experiencia que nos esperaba…
Son las 15:00 horas Alberto y Victor son los encargados de montar los rapeles, para llegar a la zona de los corredores ( de la Y y de la Z donde ambos están pegados ) debemos empezar ya con un rapel largo en una zona de piedra descompuesta, aquí ya me doy cuenta de que el tiempo vuela, que somos muchos y varios han hecho este año el curso de alta montaña por lo que les falta la soltura y confianza para que la bajada fluyera a un mejor ritmo.
Todos juntos en el comienzo del corredor Y, superaríamos primero unos 5 metros hasta llegar a una pequeña plataforma donde había un anclaje en la roca para montar una buena reunión y hacer otro rapel de 60 m esta vez mixto con nieve y mucha piedra suelta, esta situación hace que bajemos todos poco a poco, tal vez más lento de lo esperado, mucha gente,mucho desprendimiento de piedras, cuerda mojada por el deshielo convirtiéndola en muy pesada, a veces con enganchadas, y muchos compañeros con el machar puesto.
La luz del cielo era cada vez era más anaranjada cuando por fin llegamos todos a una gruta, que esta a una cota aproximada de 2500 m, con el suelo de piedras y rocas y con nieve a poco que te adentraras en ella.
Hay que seguir descendiendo con la técnica del rapel, Alberto es el primero en hacerlo y en averiguar que los 60 metros de la reseña se quedaban cortos. La salida estaba programada para un par de fines de semana antes pero por previsión de tormentas se traslado a ese finde, evidentemente el calor de los días atrás provoco deshielo en esa zona, por lo que nuestro suelo estaba unos metros mas abajo de donde acababa la cuerda.
Por walkie talkie nos informa de la situación así que tocaba buscar como ganar esos metros, la roca en esa zona se desprende con facilidad, no permite crear una reunión segura, nos vemos obligados a colocar una cinta plana de 4 metros en el mismo anclaje que estaba fijado en la roca, eso no era suficiente pero no teníamos mas opciones.
En el cielo se aprecian las primeras estrellas, sabemos que se nos cae la noche, y estamos todos un poco expectantes ante como puede ir la bajada, Gabriel, Victor y Fernando ya están reunidos con Alberto el resto seguimos allí arriba a la espera de oír «que baje el siguiente» pero las palabras fueron otras «tengo que tomar una decisión drástica tenéis que pasar la noche allí».
El miedo me invade, mi mente recuerda el caso de las dos parejas (que nada tenían que ver entre ellas) de mi expedición al Alto Atlas donde la ventisca les sorprendió haciendo que se desorientaran y se les echará también la noche, donde solo ellas por el frío habían perdido su vida, dicen que es una muerte dulce que te vas durmiendo y no te enteras. ¿seré capaz de soportar una noche al ras? esto que cuento fueron solo segundos, estoy rodeada de compañeros y no beneficia que entre en ese estado de temor, al final eso se contagia, debía mostrarme tranquila y confiada por ellos y por mi.
Buscamos cada uno un lugar los mas «cómodo» posible agrupandonos de dos en dos o en tres para aportarnos un calor extra. Saco de mi mochila el plumas – es el por si acaso que nunca falta- unos guantes, dos buff y la manta térmica que tocara compartir ya que no todos la llevaban. Sinceramente no quería estar tumbada, quería poder estar de pie para no dormirme, ese miedo a cerrar los ojos lo tenia muy interiorizado así que para contrarrestarlo recuerdo la historia de Walter Bonatti y su noche a 8100 metros, no siempre las cosas acaban mal y soy una mujer fuerte, intento convencerme.
La noche avanza, pienso en los compañeros que han bajado ¿habrán llegado al refugio?¿estarán bien? mientras allí arriba el protagonista era el ruido de las mantas ya que no paramos de movernos, parece que nadie ha cogido un buen sitio, la que comparto yo con Jose Manuel se empieza a rajar, no llega bien para los dos y el calor que desprendemos se escapa sin llegar a cumplir su función.
El cansancio se apodera de mi, me dejo vencer por el sueño, del cual despierto al sentir los temblores de frío de mi compañero «¿estás bien? cógete la manta para ti» le dije sin que el aceptara ni la manta, ni que tenia frío. Tomás que nos oye hablar nos cuenta que acaba de recibir un sms (teníamos cobertura) por fin los cuatro estaban en el refugio y el GREIM está avisado de la situación, son las 4:00 a:m ¿tanto les ha costado? la intriga se hacia cada vez mayor de saber lo que había debajo nuestra. Una hora después el tono de una llamada nos sobresalta ¡era el GREIM! llaman a Javi y le preguntan si estamos todos bien la respuesta es positiva, que hemos pasado buena noche dentro de lo que cabe, luego descubrimos que según los periódicos alguien tenía hipotermia ¡y nosotros sin saberlo!. Dicen que saldrán a nuestra búsqueda al amanecer y nos empezamos a contar con humor como ha pasado cada uno la noche , los paseos nocturnos, los cambios de sitio, los ronquidos de alguno, las luces de los frontales….. las risas ahora son las protagonistas.
Y llego el momento mágico del día, el amanecer, para pasar en breves ver sobrevolar el helicóptero, la alegría invade el sitio, nos ponemos todos de pie y alzamos los brazos llamando su atención. Esto se acaba. Nos preguntamos como seria el rescate, si nos harían subir por donde bajamos o continuar por la canal, subiríamos en el helicóptero o no…..
Cerca de las 8:00 oímos una voz extraña, era Ivan uno de los guardias civiles, apareció por donde habíamos bajado preguntando si estaba todo bien, contestando al unisono un si. Se quita la mochila y saca dos termos calientes, uno de caldo y otro de infusión, a mi me daba igual el sabor solo quería meter ese calorcito dentro de mi (habíamos llegado a estar a 2ºC) , mientras nos pasamos los termos, el nos cuenta como va a ser el rescate, en un principio iban a poner un sistema de rápeles para bajar de tres en tres por la canal pero vieron la inestabilidad del terreno y lo larga que sería la bajada la descartaron de inmediato, eligiendo la opción de subir mediante un sistema de poleas y contrapesos.
Esto también iba a ser lento y de gran esfuerzo físico para los tres guardias civiles que están tirando, por lo que nos da tiempo de mantener una buena charradeta con Ivan, nos cuenta como esta la cosa ahí abajo, que hemos hecho bien en pasar la noche allí pues las condiciones del descenso eran muy precarias sin darse crédito de que hayan bajado 4 personas – ahora entiendo porque les costo tanto- nos echo la respectiva charla de seguridad y de precaución para próximas salidas.
Desde arriba piden que por favor ayudemos a trepar, no olvidemos que somos 11 y hay un tramo de unos 3 metros muy difíciles de superar, así que nos alternamos los que sabemos escalar con los que no. Soy de las últimas en salir, la cuerda esta sujeta a mi arnes y frete a la pared me dispongo a ir trepando mientras siento que la cuerda va tirando de mi, llego a ese maldito tramo, donde cae agua del deshielo, mis botas se resvalan mis manos arrancan los trozos de piedras, no puedo impulsarme, me veo obligada a esperar que tiren de mi, mientras el chorro de agua cae encima mio, pienso en los guardias civiles en todo el esfuerzo que les esta suponiendo y siento impotencia por no poder ayudar más, en tres tirones salgo de allí ahora la cosa es mas fácil vuelvo a ayudarme del terreno subo mas rápido de lo que ellos tiran,- me pueden los nervios-, pero aseguro bien los pasos, ya por fin los tengo a la vista les grito que no hace falta que tiren de mi que solo recojan cuerda, el cordobés con gracia me dice «mira que os gusta a las mujeres mandar».
Por fin arriba, no veo a ningún compañero, pero si el sol que esta dando calor a la roca, me dirijo allí, me quito la ropa y hago la lagartija. Al rato esta conmigo Tomas y por ultimo Carmelo. Estamos a la espera del helicóptero, Ivan nos cuenta como debemos actuar para subir y bajar de el ¡que emoción! me encanta volar y hacerlo sobre los pirineos es un sueño -aunque nunca quise cumplirlo así- . Me invade la emoción no puedo evitar soltar alguna lagrima, me siento como un ave disfrutando de las mejores vistas, 5 minutos extraordinarios.
Aterrizamos en el Ibon de Piedrafita allí estaban todos esperándonos, donde nos fundimos en un emocionante abrazo.
Una planificación errónea con una acción correcta, y es que en la montaña no podemos controlar todo, ella es un continuo cambio por eso es importante la preparación de nuestra mochila (ropa de abrigo SIEMPRE, manta térmica con su vela, y frontal) formación y ser sensatos en la actuación en caso de problemas.
De esta experiencia saque la siguiente reflexión: No podemos aspirar a esa libertad dándole la espalda a nuestros deseos y necesidades…